domingo, 29 de diciembre de 2013

Reverencia hacia la vida- Osho


Hay muchas personas que se dan cuenta de que están vivas solo cuando mueren. Cuando estaban vivas estaban tan ocupadas en tantas cosas que se olvidaron de la vida por completo. Se acordaron de ella solo cuando supieron que únicamente les quedaban unas cuantas respiraciones –el corazón se está hundiendo, solo quedan unos cuantos latidos más-, es en ese momento cuando comprenden: “Qué estúpido he sido. Toda la vida sencillamente ha pasado por mi lado. No he bebido de su vino, no he comido sus frutos, ni siquiera estoy familiarizado con su fragancia.

¿Cómo ha sido? Y ahora es demasiado tarde”.

¿Alguna vez le has dedicado un solo pensamiento? -que la misma idea de Dios como persona es una estupidez. En ninguna parte existe ningún Dios como persona, y todos esos templos, todas esas mezquitas, sinagogas e iglesias están vacías.
Jalil Gibran está en lo cierto cuando dice que tu vida cotidiana es tu templo. Aceptar este simple hecho –que tu vida diaria es tu templo y tu religión-, solamente comprender este simple hecho, va a ser una gran transformación. Entonces no puedes hacer muchas de las cosas que siempre has estado haciendo, porque –la tierra sagrada- está en todas partes y estás tratando con Dios en cada momento.
Hacer de toda la vida un templo, y de toda la vida una religión, es el único camino del auténtico buscador. 

Él no va a mirar en los libros sagrados. Los libros son libros; ningún libro es sagrado ni tampoco profano. Léelos si disfrutas con la poesía; léelos si te gusta la prosa; léelos si te agradan sus mitologías –pero recuerda, ningún libro puede darte el sabor de la religión.
Sí, es posible que una flor pueda dártelo; un pájaro en vuelo; un árbol que se eleva en las alturas danzando al sol. Toda la existencia se convierte en tu libro sagrado: léelo, escúchalo, y poco a poco e darás cuenta de que estás rodeado por una energía de la que eras totalmente inconsciente.

Es casi como el pez que no sabe nada sobre el océano, porque nace en él. Era parte del océano, exactamente como una ola; no sabe nada del océano. El pez solo llega a conocer el océano cuando el pescador lo saca de él y lo tira en la arena caliente de la playa. Entonces sabe que ha perdido su auténtica casa a la que nunca había prestado atención. Ahora está sediento, intentando por todos los medios posibles volver atrás y saltar al océano. Fuera de él ha tomado consciencia de lo que ha perdido.
La gente solo presta atención a lo que pierde en el momento de la muerte, porque la muerte llega como el pescador, sacándole del océano de la vida.
Lo que quiera que puedas compartir, compártelo.
Si eres reverente hacia la vida, se convierte en un culto.
Entonces sientes que Dios está vivo en todas partes.
Observar un árbol se convierte en culto. Dar de comer a un invitado se vuelve un culto.
Todo niño nace bello, pero según va creciendo comienza a aprender formas de cómo ser feo, cómo ser competitivo, celoso, violento, destructivo, agresivo. Poco a poco pierde todo contacto con la vida porque ha perdido su reverencia hacia ella.
Si me preguntas, diré que la religión es reverencia hacia la vida. Y si no tienes reverencia hacia la vida, no puedes concebir nada de la existencia –los árboles, los pájaros y los animales- como distintas expresiones de la misma energía. En el origen somos hermanos y hermanas de los animales, de los pájaros y de los árboles; y si empiezas a sentir esta hermandad, descubrirás el primer sabor de lo que la religión es.
Estarás lleno de amor; lleno de reverencia hacia la vida. Por primera vez, según mi opinión, serás verdaderamente religioso –no un cristiano, no un hindú, no un musulmán, sino verdaderamente, puramente religioso.
Entonces no puedes herir ni siquiera a un árbol. Tu compasión y tu amor serán exactamente espontáneos –no cultivados, no parte de una disciplina. Si el amor es una disciplina, es falso, si la no-violencia es cultivada, es falsa. Si la compasión es alimentada, es falsa. Pero si llegan espontáneamente sin ningún esfuerzo por tu parte, entonces tienen una realidad tan profunda, tan exquisita…

¿Nunca has experimentado un momento de amor, de oración, de beatitud? 

Jamás me he cruzado con un ser humano que sea tan pobre. ¿Nunca has escuchado el silencio de la noche? ¿Nunca te has estremecido con él? ¿Nunca has visto salir el sol en el horizonte? ¿Nunca has sentido algo así como una profunda interrelación con la salida del sol? ¿Nunca has sentido más vida dentro de ti, derramándose a raudales por todas partes? Quizá por un momento… ¿Nunca has tomado la mano de un ser humano y algo ha empezado a fluir de ti hacia él y de él hacia ti? ¿Nunca has experimentado cuando dos espacios humanos se superponen y fluyen el uno en el otro? ¿Nunca has visto una rosa y olido su fragancia?, ¿y de repente eres transportado a otro mundo?
Estos son momentos de oración.
Y cuando desde el mismísimo principio cada niño es educado con reverencia hacia la vida –reverencia hacia los árboles porque están vivos, reverencia hacia los animales, hacia los pájaros, ¿crees que semejante niño pueda ser un día un asesino? Será casi inconcebible.
Y si la vida es alegre, llena de canciones y danzas, ¿crees que alguien deseará suicidarse? El noventa por ciento de los crímenes desaparecerán automáticamente; solo el diez por ciento puede que permanezcan, los que son genéticos, los que necesitan hospitalización –pero no cárceles, prisiones, no personas para ser sentenciadas a muerte. Eso es todo tan feo, tan inhumano, tan demencial.
Reverencia hacia la vida no significa únicamente reverencia hacia la vida de los demás.
También incluye, además, reverencia hacia tu propia vida.
La vida debería alcanzar profundidad, y la reverencia hacia la vida debería ser la única religión en el mundo.

Es un gran reto para la humanidad futura.


OSHO

lunes, 23 de diciembre de 2013

Felices fiestas!! Nick Vujicic- Algo mas


Pensando en hacer una entrada distinta, con este tema de la llegada inminente de las fiestas, me encontré, sin darme cuenta, haciendo el balance que debería (¿?) hacer cada año, no tengo esa costumbre. 
Pero el hecho es, que el balance involuntario, caprichosamente, se presentó en general.
Una mirada en perspectiva de mi vida. Entre otros recuerdos, vinieron a mi mente viejas navidades, con aires de felicidad, aromas y sabores  inolvidables, música, emoción  y con ese sentimiento de despreocupación que solo se percibe, mirando con ojos adultos, la infancia lejana. 
También me acecharon, otras navidades y años nuevos no tan felices. 
Y otros, mas adelante en el tiempo, me hicieron recordar cuando la mesa, estaba completa... Esas ausencias, esos huecos en el corazón, que parecen incrementarse en estas fechas. Creo que vamos dejando en el camino, junto a las huellas, jirones de nuestra  piel. Pérdidas irreparables, amores, desamores, sueños, desilusiones, alegrías y tristezas. 
Y en este punto, paradójicamente, es donde me sentí afortunada.  Porque a pesar de todo, tengo mis recuerdos, una historia que contar. Porque viví y sobreviví también a los embates de la vida. Porque no me dejé vencer tan fácilmente, porque sigo luchando. Y porque cada día, recibo lo que necesito para sobrevivir...porque gozo de buena salud y los míos también. Entonces me dí cuenta que a pesar de las supuestas carencias, el balance es positivo y puedo creer que TODOS, tenemos el poder interior, esa llama inextinguible que nos hace ser únicos y maravillosos, a pesar de cualquier obstáculo o limitación que nos presente la vida. 
Conclusión: sentí gratitud y esperanzas renovadas de continuar un año mas, adquiriendo experiencias, sabiduría.. y dándole batalla, a esta compleja, pero hermosa aventura que es la vida! 

Mi regalo: esta maravillosa e inspiradora muestra de superación.



Un  fuerte abrazo y  mis deseos de paz y amor para estas fiestas!!!!!


miércoles, 18 de diciembre de 2013

Relaciones- Eckhart Tolle

Qué rápidamente nos formamos una opinión de otras personas, qué 
rápidamente llegamos a una conclusión sobre ellas. A la mente egótica le resulta satisfactorio etiquetar a otro ser humano, darle una identidad conceptual, pronunciar juicios severos.
Cada ser humano ha sido condicionado a pensar y comportarse de cierta
manera, condicionado tanto genéticamente como por sus experiencias infantiles y su entorno cultural.
No es que ese ser humano sea así, pero así es como se presenta. Cuando
emites un juicio respecto a alguien, confundes los patrones mentales
condicionados con lo que esa persona es. Esa acción, en sí misma, denota un
patrón profundamente inconsciente y condicionado. Das a esa persona una
identidad conceptual, y esa falsa identidad se convierte en una prisión no sólo para ella, sino también para ti.
Evitar el juicio no implica ignorar lo que el otro hace; implica reconocer que su conducta es una forma de condicionamiento; implica verla y aceptarla tal como es, sin construir una identidad para esa persona a partir del condicionamiento.
Eso te libera a ti y a la otra persona de la identificación con el
condicionamiento, con la forma, con la mente. Entonces el ego ya no rige tu
relación. 

Mientras el ego dirija tu vida, la mayor parte de tus pensamientos, emociones
y acciones surgirán del deseo y del miedo. Entonces, en las relaciones, o bien
demandarás, o bien temerás algo de la otra persona.
Puede que quieras placer o beneficios materiales, reconocimiento, alabanzas o atención, o fortalecer tu sentido del yo mediante la comparación y el
establecimiento de que eres, tienes o sabes más que la otra persona. Y lo que temes es que ocurra justo lo contrario, que esa persona pueda reducir de algún modo tu sentido del yo.
Cuando diriges tu atención al momento presente —en lugar de usarlo como
un medio para un fin— vas más allá del ego y más allá de la compulsión
inconsciente de usar a la gente como un medio para un fin, siendo el fin tu
propio fortalecimiento a costa de los demás. Cuando prestas toda tu atención a la persona con la que estás interactuando, dejas fuera de la relación el pasado y el futuro, excepto para fines prácticos. Cuando estás plenamente presente en tus encuentros con otras personas, renuncias a la identidad conceptual que has creado para ellas —tu interpretación de quiénes son y de lo que hicieron en el pasado—, y eres capaz de interactuar prescindiendo de los movimientos egóticos del deseo y del miedo. La clave está en la atención, que es una alerta serena.


Cuando recibes como a un noble invitado a cualquiera que venga al espacio del Ahora, cuando permites a cada persona ser como es, él o ella empieza a cambiar.
El silencio habla Eckhart Tolle